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Добавлено: Пт Янв 31, 2020 11:04 am Заголовок сообщения: Alejandra Martos, la hija de Raphael, restaura un cuadro
Alejandra Martos, la hija de Raphael, restaura un cuadro a la vista de todos para el Thyssen
Elisa Albacete
Madrid30/01/202012:37h.
Alejandra Martos y Susana Pérez restaurando 'Joven caballero en un paisaje', de Vittore CarpacioMuseo Thyssen- Bornemisza
Alejandra y su compañera Susana Pérez restaurarán en directo, en el Thyssen- Bornemisza, a 'Joven caballero en un paisaje', de Vittore Carpacio
Alejandra Martos está acostumbrada a los focos. Es la hija del cantante Rapahel. Pero también es restauradora. Una de las que tiene el Museo Thyssen-Bornemisza en plantilla. Un trabajo discreto que no se suele mostrar, hasta ahora. Alejandra y su compañera Susana Pérez se pondrán a tiro de los focos por amor al arte. Van a restaurar un cuadro a la vista de todos.
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El lugar elegido es la sala 11 del museo. Allí, Alejandra y Susana adecentarán a Joven caballero en un paisaje del pintor renacentista italiano Vittore Carpacio. Un cuadro fechado en el 1505 que necesita una nueva vida.
La restauradora Alejandra Martosniusdiario.es
Se calcula que tardarán en arreglarlo un año, y en ese tiempo, su trabajo se podrá ir apreciando, a modo de performance, por quien se acerque al museo.
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Separadas del exceso de curiosidad por un cristal, sí podrán contestar las preguntas de los visitantes, que verán cómo poco a poco van recuperando el cuadro. Cómo devolverán el azul a un cielo ahora verdoso. Cómo intentarán descubrir las técnicas empleadas para pintarlo con rayos ultravioletas... siempre respetando el original.
Restauran un cuadro a la vista de todosMuseo Thyssen
Además los visitantes podrán apreciar los avances en un vídeo que se irá actualizando con nuevos contenidos e imágenes en la misma sala.
Cuando acaben con Joven caballero en un paisaje su trabajo se disfrutará también fuera de España. El cuadro será expuesto en Primavera de 2021 en la National Gallery de Washington, donde hay prevista una muestra sobre el artista italiano.
No es la primera vez que Alejandra y Susana se someten al escrutinio del público. El Thyssen ya llevó a cabo una acción similar en 2012. Entonces la obra elegida fue El Paraíso de Tintoretto.
Joven caballero en un paisaje
La identidad del joven caballero pintado en el cuadro es hoy en día un misterio. De San Eustaquio al capitán Marco Gabriel, pasando por Antonio de Montefeltro, Francesco Maria della Rovere, tercer duque de Urbino...son miles las teorías sobre su persona. Un misterio que no merma, al contrario, el valor de una obra que adquirió el barón Heinrich Thyssen-Bornemisza para su colección en 1935.
Aunque durante años estuvo atribuida a Durero, en una limpieza de 1958 se descubrió la firma de su verdadero pintor, Vittore Carpacio. También salió a la luz una inscripción:"Malo mor quam foedari" (Antes morir que ser deshonrado).
El cuadro visto por rayos ultravioletaniusdiario.es
El objetivo que se persigue ahora, con esta restauración, es recuperar sus matices, la gama cromática original y conocer la técnica y materiales empleados por el pintor. Para que el joven caballero luzca como se merece.
Quizá sigamos sin saber quién es, pero entre todos podremos ver cómo recupera su belleza original.
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Добавлено: Пн Фев 10, 2020 11:38 am Заголовок сообщения:
Los sanadores del arte, al descubierto en el Thyssen
VIRGINIA GÓMEZ
Madrid
Sábado, 8 febrero 2020 - 02:08
El museo restaura una pintura de Vittore Carpaccio en una sala de la pinacoteca a la que pueden acceder los visitantes
Alejandra Martos observa con una linterna la obra, en la sala 11 del Thyssen. JAVIER BARBANCHO
Ataviadas con una bata blanca, guantes de látex y herramientas de quirófano, Alejandra y Susana se dirigen cada día a su puesto de trabajo para curar las heridas de un enfermo muy particular. Su trabajo dista mucho de la medicina, aunque, en realidad, ellas son sanadoras. El paciente del que se ocupan responde al nombre de Joven caballero en un paisaje, y su peculiaridad es que cuenta con más de 500 años y una salud quebradiza. Ahora, está siendo tratado (léase restaurado) en el Museo Thyssen-Bornemisza, la casa en la que reside desde 1992, ante la mirada de los visitantes más curiosos y como nunca antes lo fue otro.
El taller de restauración de la pinacoteca se ha trasladado temporalmente a la sala 11 del Palacio de Villahermosa para abrir de par en par una ventana que deje al descubierto los secretos del trabajo que realiza, desconocido para la gran mayoría y apreciado en su justa medida sólo por unos pocos. En esa ubicación, detrás de una enorme mampara de cristal, en una estampa que vista en perspectiva es un cuadro en sí misma, yace desnuda la obra de Vittore Carpaccio, una de las más emblemáticas de la colección.
Allí, en directo, entre lupas, microscopios, linternas, espátulas, algodones, disolventes, pinzas, bisturíes y pinceles, las dos restauradoras están devolviendo la vida a la obra ante la vista de decenas de desconocidos. Y sin pretenderlo, ellas se han convertido en las protagonistas. «Intimida un poco y es una sensación rara, pero somos conscientes del interés que genera nuestro trabajo y que ésta es una oportunidad única para enseñar la importancia que tiene», asegura Alejandra Martos, que cuenta de primera mano a EL MUNDO, y a sólo unos centímetros de la obra que tiene entre las manos, todos los detalles de la restauración y de su experiencia. «A veces, levantas la vista y tienes a un montón de gente mirándote o algún visitante, sentando, observándote; y otras, dices: '¡qué sola estoy!'. La gente es discreta y te hacen gestos amables. Al final te abstraes y te concentras», añade sobre su experiencia.
Joven caballero en un paisaje, atribuido a Durero hasta 1919 debido a que portaba un monograma falso del artista alemán, acaba de mudarse hasta esta sala del museo -normalmente reside en la 7- después de haber pasado por un exhaustivo preoperatorio, fundamental para llevar a cabo los trabajos de restauración. Y como en una consulta médica, le han realizado una «radiografía, análisis y revisión», cuenta Alejandra.
Restauración del cuadro: Joven caballero en un paisaje, en el Museo ThyssenMUSEO THYSSEN
La restauradora explica que cada obra de arte pasa por diferentes estudios -fotografía ultravioleta, fotografía de infrarrojos, radiografía y análisis de materiales- y que cada uno ellos les arroja un determinado tipo de información.
La fotografía con luz ultravioleta es la que menos penetra y da información sobre el barniz que tiene la obra y las intervenciones o retoques posteriores a su creación. La fotografía de luz infrarroja lee la capas de dibujo, lo que hay debajo de la pintura, por lo que da pistas sobre cómo pintó el artista, si fue fiel al dibujo original o fue haciendo cambios sobre la marcha. La radiografía es la que más penetra y da información del soporte hasta el bastidor y de las capas de pintura y si ha habido cambios en éstas, «cosas que se han podido tapar». «A veces hay cambios espectaculares y otras no», asegura Alejandra. Y el análisis de laboratorio identifica todos los materiales de los que está compuesta la obra, los originales y los posteriores, como los tipos de barnices.
Contar con toda esa información les hace «trabajar con seguridad», porque de esta forma pueden «ver lo que no ven». «Antiguamente sólo funcionaba el prueba y error», indica la restauradora.
El diagnóstico de la pintura de Carpaccio tras ser sometido a esas pruebas es extenso. Al menos ha sido intervenida dos veces -se conoce por fotografías que la última fue en el año 58, aunque no hay documentación- y en época antigua fue reentelada, es decir, que le añadieron otra tela por detrás para reforzarla -una práctica común hace muchos años que a la larga suele dar problemas por las tiranteces que provoca el adhesivo con el que se unieron-, y también estirada -en origen era más pequeña y se hizo más grande repintando todo el perímetro, probablemente para ajustar la obra al marco-. Además, su tela original, formada por dos pliegos cosidos, es muy fina, al igual que su capa de pintura, que con los años ha sufrido escamaciones.
Los análisis previos.
Ahora, para reparar el cuadro, las restauradoras le están haciendo injertos de tela en las zonas donde está desgarrada, como en las esquinas, «para evitar zonas de mayor tensión». A continuación, procederán a consolidar la pintura en aquellas zonas en las que está levantada, o donde hay riesgo de que se caiga, con un adhesivo natural. Después, limpiarán los barnices antiguos para recuperar los colores originales, porque «con los años tienden a amarillear». Por último, aplicarán un nuevo barniz y harán trabajos para reintegrar la pintura (que «no repintar, eso nunca»), dando pequeños toquecitos donde falte y siempre con otro material distinto al original de la obra.
«Siempre actuamos respetando los trabajos anteriores», asegura Alejandra, que comenta que el «bombón» para los restauradores está en la limpieza, porque es lo da más visibilidad a su trabajo.
Según cuenta, la obra en cuestión llevaba tiempo en lista de espera para ser intervenida, pero una gran exposición retrospectiva sobre el artista, que tendrá lugar a partir de marzo de 2021 en la National Gallery de Washington, ha acelerado su restauración. Ésta será la primera vez que el cuadro salga de viaje desde que está colgado de las paredes del museo y a la muestra, la primera dedicada al pintor veneciano en EEUU, irá acompañado -como siempre que viaja algún cuadro- por algunos de los restauradores de la pinacoteca, que velarán por su seguridad. Justo antes, Joven caballero en un paisajeserá expuesto en el Thyssen para mostrar los resultados de su análisis y su restauración.
Mientras, la evolución del proceso, largo, minucioso y delicado, podrá ser visto por cualquier visitante del museo hasta primeros del próximo año, cuando se estima el fin de la restauración.
Lo cierto es que ésta no es la primera vez que la pinacoteca realiza una intervención en público. En 2012, se restauró El Paraíso, de Tintoretto, en el hall de entrada, donde naturalmente reside, porque sus grandes dimensiones impedían mover la obra. Aunque en aquella ocasión, la experiencia fue bien distinta: «Sólo había un par de ventanas y la gente tenía que asomarse para vernos. Pasábamos más desapercibidas. Ahora, estamos mucho más al descubierto», asegura Alejandra, a quien un curioso asalta durante la entrevista, cristal en medio, para preguntarle qué está haciendo.
La restauradora, trabajando tras el cristal.JAVIER BARBANCHO
La gran cantidad de detalles que alberga la obra, como flores o insectos, convierte en un reto el trabajo de esta sanadora del arte, que no espera sorpresas mayúsculas durante su trabajo como sí le ocurrió a sus antecesores en la última restauración de la obra, en 1958, donde la limpieza de unas cartelas repintadas dejó al aire la firma de Vittore Carpaccio, la fecha de la obra, 1505, y la inscripción Malo mori quam foedari (Antes morir que ser deshonrado).
«No me da miedo, solo respeto. Es un privilegio para mí poner un granito de arena para que las obras perduren en el tiempo», dice sobre la tarea que le ha sido encomendada junto a Susana Pérez y en la que participan, de una forma u otra, los otros ocho compañeros que forman parte del departamento de restauración del Thyssen, que integra también a un fotógrafo y un químico.
«Es un trabajo en equipo. Siempre hacemos una puesta en común y debatimos sobre cuál es la mejor manera de proceder y cada uno hace sus sugerencias. Y durante todo el proceso de restauración, hacemos consultas constantes antes de dar ciertos pasos», dice Alejandra, quien también sostiene que comparten conocimiento, e incluso recursos, con otros colegas del Museo del Prado y del Reina Sofía.
La restauradora mira con detalla la obra.JAVIER BARBANCHO
Por el taller de restauración han pasado numerosas obras de las 1.000 aproximadas que alberga el museo -entre las que componen la colección permanente, propiedad del Estado, y las de Carmen Thyssen en depósito-. A veces por necesidad, a veces porque las obras salen o vuelven de viaje, la actividad en ese taller, hoy a los ojos de todos, no cesa. Y el fin sólo es uno: que la historia nunca muera.
Curiosidades
Personaje. San Eustaquio, un caballero de la orden del Armiño, Fernando II de Aragón, el capitán Marco Gabriel... Su identidad es un misterio.
Autoría. Hasta 1919 se pensó que el autor era Durero. En 1958, en una restauración, se halló la firma de Carpaccio.
Propiedad. El barón Heinrich Thyssen-Bornemisza lo adquirió en 1935. Antes, fue del marchante londinense Sully y del americano Otto H. Kahn.
'Joven Caballero en un paisaje' de Vittore Carpacio, es uno de los cuadros más misteriosos del la colección del Museo Thyssen. Ahora, está siendo restaurado a la vista del público
Susana y Alejandra son restauradoras del Thyssen / Almudena Lopesino
Almudena Lopesino Madrid 08/02/2020 - 10:28 h. CET
Es la segunda vez que el Museo Thyssen decide restaurar uno de sus cuadros a la vista de todo el mundo. En 2012, en el salón central del edificio, las restauradoras Alejandra y Susana, lideraron el proyecto de restauración de 'El Paraíso de Tintoretto'. Ocho años después han vuelto a hacer lo mismo.
Es la segunda vez que el Museo Thyssen decide restaurar uno de sus cuadros a la vista de todo el mundo. En 2012, en el salón central del edificio, las restauradoras Alejandra y Susana, lideraron el proyecto de restauración de 'El Paraíso de Tintoretto'. Ocho años después han vuelto a hacer lo mismo.
En esta ocasión se trata de uno de los cuadros más enigmáticos del Thyssen, 'El Joven Caballero en un paisaje'. La restauración se está llevando a cabo en la misma estancia en la que permanece colgada la obra. "Tiene la zona del perímetro con algunas faltas. Lo primero que vamos a intervenir es la tela, para devolver al cuadro toda su torsión". Quien habla es Susana. Con su bata blanca nos explica por qué el cuadro está tumbado. "Precismente porque vamos a trabajar el soporte". No trabaja sola. Alejandra es su compañera. "Es curioso que te miren mientras estás trabajando. A veces piensan que estás haciendo algo peligroso. Antes no había tantos móviles y tienes que hacer un ejercicio grande de concentración, pero te acabas acostumbrando".
Susana y Alejandra trabajan tras una mampara de cristal. Tienen las gafas de aumento y otros aparatos que les ayuda a reparar el daño del cuadro. "Tú lo ves perfecto, pero si te fijas en los detalles verás que hay defectos que hay que reparar". Y es cierto. Nos ponemos las gafas de aumento y vemos pintura escamada que si no se recupera puede perderse para siempre. O zonas en las que han probado el producto para limpiar el cuadro. La cara, por ejemplo. Se aprecia, tras esa mínima limpieza, un tono rosado en la piel del caballero que está oculto por el paso del tiempo. "Se sabe que han utilizado distintos barnices de resinas naturales y sintéticas; se han añadido tamaño a la obra para recuperar cualquier resto de pintura original y para estabilizar el perímetro del cuadro", explica Susana.
Las restauradoras trabajando sobre un detalle del cuadro / Almudena lopesino
Un joven enfundado en una armadura de metal, empuñando su espada en un campo rodeado de naturaleza. Es la escena que hace 500 años pintó Vittore Carpacio. No se sabe cuántas restauraciones ha sufrido en cinco siglos, pero lo que sí aseguran Susana y Alejandra es que "su trabajo requiere de una responsabilidad muy grande que sale adelante gracias a un equipo de personas que se encargan de hacer los estudios previos para saber qué es lo que la obra necesita exactamente".
"Tardaremos aproximadamente un año en restaurarlo. Aunque somos tan perfeccionistas que, si por nosotras fuera, estaríamos eternamente arreglando pequeños detalles". Cuando acabe esa restauración, 'El Joven Caballero en un paisaje' será prestado a la National Gallery de Washington en 2021.
Alejandra Martos Figueroa, restauradora del Museo Thyssen-Bornemisza, nos recibe en su reservado cuartel de trabajo
Alejandra Martos, restauradora del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, nos recibe en las salas del emblemático museo madrileño para conversar acerca de una de las disciplinas más importantes del mundo del arte: la restauración
Fátima Poppe
24 de febrero del 2020
Alejandra Martos, restauradora del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, nos recibe en las salas del emblemático museo madrileño para conversar acerca de una de las disciplinas más importantes del mundo del arte: la restauración. A pesar de haber nacido rodeada de cámaras, es hija de la leyenda viva de la música, el cantante Raphael, en su trabajo disfruta de la calma y contemplación que demanda la conservación de las obras. Se enfrenta diariamente a combinar matices, gamas cromáticas, técnicas o materiales con un agudo conocimiento histórico. Su gusto por buscar la belleza original, se desarrolló en casa desde temprana edad, precisamente al ver cómo un ícono ruso volvía a su estado original o cómo "recobraba vida" luego de ser restaurado. Actualmente junto a su equipo, trabajan cuadros de Tintoretto, Carpaccio o Cranach, con el mismo respeto y dedicación que con obras de maestros modernos. Sobre la belleza y el encanto del oficio así como la importancia de la conservación en nuestros días, va esta entrevista.
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